Por Gabriel Montiel – Venezuela
Sentía la helada caricia del viento y con los hombros encogidos buscaba calor bajo la manta. Un poco de carbón encendido iluminaba tenuemente su rostro, y sobre este reposaba un te el cual hacia girar lentamente con su cuchara, mientras con rostro perezoso apoyaba su mejilla sobre su mano. Su pensamiento, vacilante, era atontado por el sueño. Los ojos se le cierran solos y un rugido en su estomago le recuerda que no debe dormir.
Se oyen unos pasos, pero el murmullo del viento meciendo las hojas no permite saber de que dirección llegan. Es inútil buscar en la profunda oscuridad de la noche, una suave penumbra deja entrever unas ligeras sombras, pero a pocos pasos; más allá no puede contemplarse nada en lo absoluto. En el intento de ubicar de donde provienen, se cae su manta y un escalofrío se cuela estremeciéndole el cuerpo. Reconoce los pasos, el ritmo con el que un pie sigue al otro, puede hasta imaginar el calzado; sabe de quien se trata, lo ha esperado por largo rato.
Cuando este llega al fin, se ajusta la manta alrededor del cuerpo pero el viento ya no parece tan frio. Está contento de verle, pero no lo manifiesta. El te deja de ser importante y con la mirada fija y ansiosa no pierde de vista las manos del recién llegado quien busca en un bolsillo de su chaleco. Su estomago clama como un león crinado y con el la boca se le hace agua ¿Qué has traído para mí? Se pregunta a sí mismo. El hombre le muestra un trozo de pan. –Es todo lo que pude encontrar. Pero puedes comerlo todo tu solo- le asegura.
-¡Un trozo de pan!- piensa al tomarlo. – ¡Un miserable y sucio trozo de pan!- se repite a sí mismo mientras lo traga y siente como baja como piedra a su estomago. ¿Para esto ha esperado tanto tiempo? Con mucho trabajo se forma el boceto de una maltrecha sonrisa en su rostro. Ahora el viento es más frio que nunca, el carbón parece estar apagándose. Ya no es un rugido de hambre, sino punzadas dolorosas las que lo golpean. Observa detenidamente como el otro se acomoda un abrigo para dormir tranquilamente, y entonces siente como todo su cuerpo se tensa. Su respiración se acelera abriendo el paso a pensamientos demenciales. -¡Un trozo de pan!- dice ahora audiblemente. -¡Un trozo de pan!- repite con mucha mas fuerza.
El otro hombre, que empezaba a dormirse, abre los ojos y con una sonrisa inocente, creyendo haberle escuchado, le responde: -De nada- y vuelve a cerrar los ojos. Eso enciende su furia, está decidido a golpearle. Busca alrededor algo contundente y divisa un estuche de cuero pero muy solido, atado a un cordel, que su acompañante había dejado allí temprano en la tarde. Era un estuche grande y pesado. Lo tomo con sus dos manos y acercándose al hombre, alzó el estuche para herirlo. En ese momento el hombre casi dormido, sin abrir los ojos ni saber lo que pasaba dijo: -y si dejaste algo de queso o de leche no los botes, quizá mañana puedan servir-.
Esto lo detuvo, lo paralizó y cambió completamente su expresión. ¿Queso? ¿Leche?... ¿Dónde?
Miró entonces en el estuche de cuero, el cual resulto ser una vianda llena de queso fresco. Al lado donde consiguió el estuche, estaba otro parecido, pero más suave; ahí estaba la leche.
Ahora otro dolor lo golpeaba, su conciencia le decía a gritos que era un animal, un mal agradecido, que no merecía nada. Sintió como se le comprimía el corazón. El sueño se fue de el, el frio se volvió punzante. No comió nada en toda la noche, no toco siquiera un poco de queso o bebió algo de leche. Avergonzado, se sentó frente al carbón, se puso su manta, reposó en una mano la mejilla y con la otra siguió meneando el te con su cuchara.
sábado, 6 de agosto de 2011
miércoles, 3 de agosto de 2011
Vivir de falacias II
Por Gabriel Montiel – Venezuela
En Marzo de este año inicié un trabajo que explicaba como algunas falacias y sofismas que intentamos evitar a la hora de redactar, influyen en nuestro comportamiento y forma de pensar. Esa anterior entrada titulada Vivir de falacias ha sido muy visitada, aparentemente el tema en cuestión es bastante investigado; así que les traigo la continuación del escrito donde analizaremos dos falacias mas.
Apelación por ignorancia o Argumentum ad ignorantiam es un razonamiento engañoso donde se pretende probar que una afirmación es cierta debido a que no se ha podido probar su falsedad. Es muy interesante en verdad, un ejemplo del uso de este tipo de falacia lo encontramos comúnmente en las aulas de clases. El docente explica una lección, pregunta si alguien tiene dudas, y, como nadie responde (usualmente ningún alumno levanta la mano por vergüenza o miedo), entonces sentencia diciendo: -¡eso significa que todos entendieron!- El engaño está en que realmente sabemos que no todos han comprendido la lección.
Como ven, aplicar esta fórmula no favorece a ninguna de las partes, tampoco es inocua pues hace daño debido a sus consecuencias.
Petitio principii o petición de principio es una falacia donde se acepta una declaración como cierta antes de demostrarla; dicho de otra forma se utiliza como premisa la misma conclusión que se declara. Un ejemplo de de este tipo de argumento se aprecia en la declaración: -He llegado tarde al trabajo porque no he llegado a mi hora- Puede servirnos para escapar de un regaño del jefe pero ¿En verdad sirve? La realidad es que quedaremos mal parados con este tipo de raciocinio. Debemos aprender a explicarnos con franqueza.
Quizá alguien quiera probar una idea controversial y para ganar la aceptación, expone una conclusión (basada en esa idea) que aparentemente es innegable, demostrando así la supuesta veracidad de la misma. –El hombre desciende del mono, por esta razón es que nos parecemos a ellos- Esto es una forma de engaño. Cuando tratamos a los demás y basamos nuestras relaciones en este tipo de argumento, estamos siendo poco francos y podríamos rayar en la manipulación (será así si lo hacemos en forma intencional como al usar sofismas).
Nuestras declaraciones deben fundarse con claridad, demostrar eficientemente lo que queremos probar. Ese grado de eficiencia y claridad debe manifestarse en nuestra vida, sin engaños y manipulaciones. Tal como mencioné en la primer parte de este artículo, no seremos perfectos al aplicar esta filosofía; pero al intentar hacerlo estaremos dejando de vivir de falacias.
En Marzo de este año inicié un trabajo que explicaba como algunas falacias y sofismas que intentamos evitar a la hora de redactar, influyen en nuestro comportamiento y forma de pensar. Esa anterior entrada titulada Vivir de falacias ha sido muy visitada, aparentemente el tema en cuestión es bastante investigado; así que les traigo la continuación del escrito donde analizaremos dos falacias mas.
Apelación por ignorancia o Argumentum ad ignorantiam es un razonamiento engañoso donde se pretende probar que una afirmación es cierta debido a que no se ha podido probar su falsedad. Es muy interesante en verdad, un ejemplo del uso de este tipo de falacia lo encontramos comúnmente en las aulas de clases. El docente explica una lección, pregunta si alguien tiene dudas, y, como nadie responde (usualmente ningún alumno levanta la mano por vergüenza o miedo), entonces sentencia diciendo: -¡eso significa que todos entendieron!- El engaño está en que realmente sabemos que no todos han comprendido la lección.
Como ven, aplicar esta fórmula no favorece a ninguna de las partes, tampoco es inocua pues hace daño debido a sus consecuencias.
Petitio principii o petición de principio es una falacia donde se acepta una declaración como cierta antes de demostrarla; dicho de otra forma se utiliza como premisa la misma conclusión que se declara. Un ejemplo de de este tipo de argumento se aprecia en la declaración: -He llegado tarde al trabajo porque no he llegado a mi hora- Puede servirnos para escapar de un regaño del jefe pero ¿En verdad sirve? La realidad es que quedaremos mal parados con este tipo de raciocinio. Debemos aprender a explicarnos con franqueza.
Quizá alguien quiera probar una idea controversial y para ganar la aceptación, expone una conclusión (basada en esa idea) que aparentemente es innegable, demostrando así la supuesta veracidad de la misma. –El hombre desciende del mono, por esta razón es que nos parecemos a ellos- Esto es una forma de engaño. Cuando tratamos a los demás y basamos nuestras relaciones en este tipo de argumento, estamos siendo poco francos y podríamos rayar en la manipulación (será así si lo hacemos en forma intencional como al usar sofismas).
Nuestras declaraciones deben fundarse con claridad, demostrar eficientemente lo que queremos probar. Ese grado de eficiencia y claridad debe manifestarse en nuestra vida, sin engaños y manipulaciones. Tal como mencioné en la primer parte de este artículo, no seremos perfectos al aplicar esta filosofía; pero al intentar hacerlo estaremos dejando de vivir de falacias.
domingo, 31 de julio de 2011
Dos plantas útiles para nuestro jardín
Por Gabriel Montiel – Venezuela
Nuestro planeta es fascinante. Nos ofrece los recursos que necesitamos para vivir y muchas veces nos sorprende con fenómenos naturales y características que ni imaginábamos que existían. En ocasiones, estas maravillas pueden estar más cerca de nosotros de lo que creemos; en un jardín común y corriente por ejemplo.
Cymbopogon nardus es el nombre científico de una planta gramínea conocida, dependiendo del lugar donde crezca, como: Belgata, Hierba de Limón, Zontol o Citronela. En Venezuela, donde se le llama Paja de Te o Citronera, suele verse en algunos jardines atesorada como planta medicinal*. Puede crecer cerca de un metro de altura y es muy resistente al clima. Es habitual su uso para tratar el resfriado común o la tos y también se consume como un te muy delicioso.
En algunos recursos de la red le atribuyen la capacidad de repeler insectos. El geraniol es un componente importante de esta planta. Ciertamente es una especie herbácea muy útil. Para preparase un te, basta con tomar algunas de sus largas y lisas hojas y hervirlas en agua por unos minutos, agregar azúcar al gusto y listo. Se debe tener cuidado al recolectar sus hojas pues los delgados bordes pueden causar cortaduras.
En la elaboración de medicina natural, se le emplea acompañada a otras plantas curativas como el Toronjil, el Limón y la Sábila.
La Siempre Viva o Prodigiosa, es otra aliada natural de la salud. Su nombre científico es Kalanchoe pinnata (Bryophyllum pinnatum) es una planta de hojas verdes ligeramente dentadas que se emplea en el tratamiento de golpes como antiinflamatorio, colocando cataplasmas de sus hojas sobre la zona afectada. Puede consumirse en forma de te pero teniendo el cuidado de no utilizar demasiadas hojas, pues se dice que su efecto es muy fuerte. En Venezuela se le conoce con el nombre de Colombiana y se consigue plantada en los jardines y patios de algunas personas. Resiste muy bien el clima del lugar y resulta muy fácil su cultivo pues una sola hoja caída tiene la capacidad de generar raíces y formar así una planta nueva.
Hay muchas cosas por aprender de la Tierra, nuestro hogar; especies por descubrir, fenómenos que comprender y un sin número de rincones por explorar. Cada descubrimiento puede parecerle interesante amigo lector, puede incluso llenarle de asombro por sus características como las que hemos comentado en este artículo sobre estas dos plantas útiles para nuestro jardín.
*Escritores Latinos o sus redactores no promocionan el uso de ningún medicamento en particular ni ninguna medicina natural o alternativa. La elección de un tratamiento médico es solo responsabilidad del paciente quien debe buscar asesoría de especialistas calificados. La información publicada en este artículo es solo informativa y está sujeta a modificaciones.
Nuestro planeta es fascinante. Nos ofrece los recursos que necesitamos para vivir y muchas veces nos sorprende con fenómenos naturales y características que ni imaginábamos que existían. En ocasiones, estas maravillas pueden estar más cerca de nosotros de lo que creemos; en un jardín común y corriente por ejemplo.
Cymbopogon nardus es el nombre científico de una planta gramínea conocida, dependiendo del lugar donde crezca, como: Belgata, Hierba de Limón, Zontol o Citronela. En Venezuela, donde se le llama Paja de Te o Citronera, suele verse en algunos jardines atesorada como planta medicinal*. Puede crecer cerca de un metro de altura y es muy resistente al clima. Es habitual su uso para tratar el resfriado común o la tos y también se consume como un te muy delicioso.
En algunos recursos de la red le atribuyen la capacidad de repeler insectos. El geraniol es un componente importante de esta planta. Ciertamente es una especie herbácea muy útil. Para preparase un te, basta con tomar algunas de sus largas y lisas hojas y hervirlas en agua por unos minutos, agregar azúcar al gusto y listo. Se debe tener cuidado al recolectar sus hojas pues los delgados bordes pueden causar cortaduras.
En la elaboración de medicina natural, se le emplea acompañada a otras plantas curativas como el Toronjil, el Limón y la Sábila.
La Siempre Viva o Prodigiosa, es otra aliada natural de la salud. Su nombre científico es Kalanchoe pinnata (Bryophyllum pinnatum) es una planta de hojas verdes ligeramente dentadas que se emplea en el tratamiento de golpes como antiinflamatorio, colocando cataplasmas de sus hojas sobre la zona afectada. Puede consumirse en forma de te pero teniendo el cuidado de no utilizar demasiadas hojas, pues se dice que su efecto es muy fuerte. En Venezuela se le conoce con el nombre de Colombiana y se consigue plantada en los jardines y patios de algunas personas. Resiste muy bien el clima del lugar y resulta muy fácil su cultivo pues una sola hoja caída tiene la capacidad de generar raíces y formar así una planta nueva.
Hay muchas cosas por aprender de la Tierra, nuestro hogar; especies por descubrir, fenómenos que comprender y un sin número de rincones por explorar. Cada descubrimiento puede parecerle interesante amigo lector, puede incluso llenarle de asombro por sus características como las que hemos comentado en este artículo sobre estas dos plantas útiles para nuestro jardín.
*Escritores Latinos o sus redactores no promocionan el uso de ningún medicamento en particular ni ninguna medicina natural o alternativa. La elección de un tratamiento médico es solo responsabilidad del paciente quien debe buscar asesoría de especialistas calificados. La información publicada en este artículo es solo informativa y está sujeta a modificaciones.
sábado, 30 de julio de 2011
A través del espejo
Por Gabriel Montiel – Venezuela
Recuerdo haber leído tiempo atrás, pero lamento no poder recordar donde, una historia aleccionadora; se trataba de una ilustración que enseñaba a tener un punto de vista apropiado sobre nuestras pertenencias y la manera como estas influyen en el trato que damos a otros. Decía más o menos como sigue:
“Un hombre quiso dar un consejo a su hijo, le pidió que observara a través de su ventana y describiera lo que veía. El hijo dio un vistazo a través del cristal y durante unos minutos hablo de los niños que estaban en el parque, de las aves que volaban en el cielo, de los vecinos que caminaban en la acera; describió los árboles, los autos y otras cosas más. Luego el padre colocó un gran espejo en la ventana y le solicitó que mirara de nuevo. El joven un tanto intrigado respondió: -ahora no veo nada, bueno, solo a mi mismo-. El padre asintió satisfecho y agregó: -si hijo, así es; la vida a veces se compara a mirarnos a través de un espejo. Cuando dejamos que una película de plata se interponga entre nosotros y los demás, dejamos de contemplarlos a ellos y solo nos vemos a nosotros mismos”.
En este relato la plata representa a las riquezas y los bienes materiales. ¿Pueden estos cambiar la forma en que vemos a los demás? ¿Hacer que nos comportemos como si no importara nadie más que nosotros mismos? La experiencia dice que si.
Pero no solo es la plata o las riquezas lo que puede causar ese cambio en nosotros, también lo hace el poder y todo aquello por lo cual pudiéramos llegar a sentirnos grandes e importantes, o dicho de manera mas clara, mas grandes e importantes que los demás. Mirarnos solo a nosotros mismos significa no manifestar empatía hacia el prójimo y no se necesita explicar que la falta de empatía es un defecto que estropea las relaciones interpersonales, o por lo menos las dificulta.
Si poseemos riquezas o autoridad; ¿Cómo podemos evitar que la película de plata convierta el cristal de nuestra ventana en un espejo? La respuesta es bastante sencilla, solo debemos tomar conciencia, recordar y tener presente siempre, que los demás son tan importantes como nosotros, que no somos superiores. No son nuestras posesiones las que nos hacen grandes. Un niño de tres años corre a los brazos de su padre, lo abraza cariñosamente mientras dice con orgullo: -¡Mi papi!- Para él, su papá es grande, es lo máximo. ¿Se imagina usted amigo lector que ese niño está pensando en las riquezas de ese padre? Claro que no, a ese niño no le importa si su padre es un magnate petrolero, o un maestro de escuela, o el hombre que vende periódicos en el kiosco de la esquina. Para él solo es su padre y eso es lo que cuenta. Pero claro, un pequeñín de esa edad aun alberga en su corazón inocentes sentimientos. Con el pasar del tiempo cambiará.
Los demás merecen que los tratemos como nos gusta ser tratados nosotros. Esta es una regla llamada regla de oro y la enseñó Jesucristo hace ya muchos años. Reconozcamos la importancia de nuestros semejantes, mostrémosles empatía y así evitaremos estar mirándolos a través de un espejo.
Recuerdo haber leído tiempo atrás, pero lamento no poder recordar donde, una historia aleccionadora; se trataba de una ilustración que enseñaba a tener un punto de vista apropiado sobre nuestras pertenencias y la manera como estas influyen en el trato que damos a otros. Decía más o menos como sigue:
“Un hombre quiso dar un consejo a su hijo, le pidió que observara a través de su ventana y describiera lo que veía. El hijo dio un vistazo a través del cristal y durante unos minutos hablo de los niños que estaban en el parque, de las aves que volaban en el cielo, de los vecinos que caminaban en la acera; describió los árboles, los autos y otras cosas más. Luego el padre colocó un gran espejo en la ventana y le solicitó que mirara de nuevo. El joven un tanto intrigado respondió: -ahora no veo nada, bueno, solo a mi mismo-. El padre asintió satisfecho y agregó: -si hijo, así es; la vida a veces se compara a mirarnos a través de un espejo. Cuando dejamos que una película de plata se interponga entre nosotros y los demás, dejamos de contemplarlos a ellos y solo nos vemos a nosotros mismos”.
En este relato la plata representa a las riquezas y los bienes materiales. ¿Pueden estos cambiar la forma en que vemos a los demás? ¿Hacer que nos comportemos como si no importara nadie más que nosotros mismos? La experiencia dice que si.
Pero no solo es la plata o las riquezas lo que puede causar ese cambio en nosotros, también lo hace el poder y todo aquello por lo cual pudiéramos llegar a sentirnos grandes e importantes, o dicho de manera mas clara, mas grandes e importantes que los demás. Mirarnos solo a nosotros mismos significa no manifestar empatía hacia el prójimo y no se necesita explicar que la falta de empatía es un defecto que estropea las relaciones interpersonales, o por lo menos las dificulta.
Si poseemos riquezas o autoridad; ¿Cómo podemos evitar que la película de plata convierta el cristal de nuestra ventana en un espejo? La respuesta es bastante sencilla, solo debemos tomar conciencia, recordar y tener presente siempre, que los demás son tan importantes como nosotros, que no somos superiores. No son nuestras posesiones las que nos hacen grandes. Un niño de tres años corre a los brazos de su padre, lo abraza cariñosamente mientras dice con orgullo: -¡Mi papi!- Para él, su papá es grande, es lo máximo. ¿Se imagina usted amigo lector que ese niño está pensando en las riquezas de ese padre? Claro que no, a ese niño no le importa si su padre es un magnate petrolero, o un maestro de escuela, o el hombre que vende periódicos en el kiosco de la esquina. Para él solo es su padre y eso es lo que cuenta. Pero claro, un pequeñín de esa edad aun alberga en su corazón inocentes sentimientos. Con el pasar del tiempo cambiará.
Los demás merecen que los tratemos como nos gusta ser tratados nosotros. Esta es una regla llamada regla de oro y la enseñó Jesucristo hace ya muchos años. Reconozcamos la importancia de nuestros semejantes, mostrémosles empatía y así evitaremos estar mirándolos a través de un espejo.
miércoles, 29 de junio de 2011
Carácter apropiado para nuestros hijos
Por Gabriel Montiel - Venezuela
Muchas veces hemos escuchado que alguien nació o heredó su mal carácter de algún familiar, tal vez su padre o madre o sus abuelos. Estamos tan seguros de ello por las similitudes que observamos en las formas de comportarse y reaccionar de estos. Pues lo cierto es que el carácter no se hereda. Lo que si se hereda es el temperamento, podemos tener un temperamento dócil o conflictivo, aburrido o divertido; y esta forma de ser y sentir sí la hemos adquirido genéticamente de nuestros padres.
Los especialistas definen cuatro tipos de temperamentos diferentes sobre los cuales va a formarse el carácter.Pues resulta que el carácter no es más que el resultado de un temperamento modificado por las experiencias vividas, en el caso de los niños, de las experiencias, enseñanzas y cultura que sus cuidadores les imparten.
Desde aquí podemos intuir cual puede ser el resultado de dar a los niños, desde su más tierna infancia, un trato cariñoso instructivo, una formación paciente y una atención fundamentada en sus intereses. Con esta forma de educar y cuidar podremos tener niños más saludables, con un carácter aceptable y no lesivo de sus propias relaciones interpersonales que les garanticen un mejor desenvolvimiento como individuos en la sociedad actual.
Ahora podemos pensar: ¿Quién forma el carácter de mis hijos? ¿Quiénes son los cuidadores en quienes confío la educación de mis hijos? ¿Asumo esta responsabilidad al 100%, o la comparto con algún familiar o algún maestro?; y la más importante pregunta: ¿Estamos logrando formar un carácter apropiado?
Un niño no nace con mal carácter, su mal carácter lo aprende gracias al entorno donde se desenvuelve y donde copia conductas principalmente de sus cuidadores. El carácter puede modificarse si las conductas apropiadas que manifieste el niño se refuerzan y se reprimen las indeseables (reprimir no significa maltrato, el maltrato refuerza conductas negativas). Debemos poner mucha atención para lograr ser buenos cuidadores.
Una niña de algo menos de dos años toma un par de zapatos y se los lleva y trata de ponérselos en los pies al padre que está leyendo el diario en la sala. Este le ayuda un poco, le da las gracias y le hace sentir que ha logrado algo importante. Ahora la niña corre por la casa hasta la cocina donde su madre está ocupada y le grita con su escaso lenguaje: -¡Papi, papi, ti, ti, ti!- (nosotros sabemos lo que quiere decir la niña, que logré ponerle los zapatos a mi papá, ven a ver como lo hice) Pero la madre le responde bruscamente: -¡Deja a tu padre tranquilo, porque está ocupado!- y la pone en la silla para bebes donde la niña comienza a llorar y a retorcerse. ¿Qué efectos podrá tener esta experiencia en el futuro carácter de la niña? ¿Cómo variarían los resultados si la madre, con una gran sonrisa, atendiera a su hija, la acompañara hasta la sala y también la felicitara por su pequeño logro?
Estimado lector, aplicar esto requiere de tiempo y esfuerzo, pero las recompensas bien lo valen; pues estaremos formando en nuestros hijos un carácter apropiado.
Muchas veces hemos escuchado que alguien nació o heredó su mal carácter de algún familiar, tal vez su padre o madre o sus abuelos. Estamos tan seguros de ello por las similitudes que observamos en las formas de comportarse y reaccionar de estos. Pues lo cierto es que el carácter no se hereda. Lo que si se hereda es el temperamento, podemos tener un temperamento dócil o conflictivo, aburrido o divertido; y esta forma de ser y sentir sí la hemos adquirido genéticamente de nuestros padres.
Los especialistas definen cuatro tipos de temperamentos diferentes sobre los cuales va a formarse el carácter.Pues resulta que el carácter no es más que el resultado de un temperamento modificado por las experiencias vividas, en el caso de los niños, de las experiencias, enseñanzas y cultura que sus cuidadores les imparten.
Desde aquí podemos intuir cual puede ser el resultado de dar a los niños, desde su más tierna infancia, un trato cariñoso instructivo, una formación paciente y una atención fundamentada en sus intereses. Con esta forma de educar y cuidar podremos tener niños más saludables, con un carácter aceptable y no lesivo de sus propias relaciones interpersonales que les garanticen un mejor desenvolvimiento como individuos en la sociedad actual.
Ahora podemos pensar: ¿Quién forma el carácter de mis hijos? ¿Quiénes son los cuidadores en quienes confío la educación de mis hijos? ¿Asumo esta responsabilidad al 100%, o la comparto con algún familiar o algún maestro?; y la más importante pregunta: ¿Estamos logrando formar un carácter apropiado?
Un niño no nace con mal carácter, su mal carácter lo aprende gracias al entorno donde se desenvuelve y donde copia conductas principalmente de sus cuidadores. El carácter puede modificarse si las conductas apropiadas que manifieste el niño se refuerzan y se reprimen las indeseables (reprimir no significa maltrato, el maltrato refuerza conductas negativas). Debemos poner mucha atención para lograr ser buenos cuidadores.
Una niña de algo menos de dos años toma un par de zapatos y se los lleva y trata de ponérselos en los pies al padre que está leyendo el diario en la sala. Este le ayuda un poco, le da las gracias y le hace sentir que ha logrado algo importante. Ahora la niña corre por la casa hasta la cocina donde su madre está ocupada y le grita con su escaso lenguaje: -¡Papi, papi, ti, ti, ti!- (nosotros sabemos lo que quiere decir la niña, que logré ponerle los zapatos a mi papá, ven a ver como lo hice) Pero la madre le responde bruscamente: -¡Deja a tu padre tranquilo, porque está ocupado!- y la pone en la silla para bebes donde la niña comienza a llorar y a retorcerse. ¿Qué efectos podrá tener esta experiencia en el futuro carácter de la niña? ¿Cómo variarían los resultados si la madre, con una gran sonrisa, atendiera a su hija, la acompañara hasta la sala y también la felicitara por su pequeño logro?
Estimado lector, aplicar esto requiere de tiempo y esfuerzo, pero las recompensas bien lo valen; pues estaremos formando en nuestros hijos un carácter apropiado.
viernes, 3 de junio de 2011
La pluma del poeta
“El Cristofué de Manzanares”
El canto del Cristofué
Se escucha cada mañana
Y luego al atardecer
Con su rutina temprana
Es casi como un quejido
Que sale de su garganta
Es como un grito de auxilio
Por una herida en el alma
Ese hermoso pajarillo
Que de su trinar se ufana
En lamento ha convertido
El clamor de su añoranza
Yo lo miro cada día
Silente tras mi ventana
Y se transforma en poesía
El canto de su esperanza
Leyla Martin (Derechos Reservados - ANP -2008)
Todos los escritos publicados en este blog cuentan con la aprobación de sus autores. Para contactarlos puede enviarles un e-mail a redaccionlatinos@gmail.com
lunes, 16 de mayo de 2011
Historias y Cuentos
Escritores Latinos se complace en presentar su nueva sección "Historias y Cuentos". Inauguramos este mes de Mayo con esta obra del talentoso escritor venezolano Gabriel Montiel.
"Lo que a los peces les gusta"
Por Gabriel Montiel – Venezuela
"Lo que a los peces les gusta"
Por Gabriel Montiel – Venezuela
Observaba a Piquenito desde el otro lado del rio. -¿Qué haces Pique?- le pregunté. –Estoy pescando- me dijo, mientras lanzaba al agua un pedazo de metal retorcido amarrado a un cordel. Se veía gracioso con sus pantaloncitos brincapozos, era un niño de apenas cinco años. -¿Y esperas sacar muchos peces?- pregunté. –Sí- me respondió, sonriendo y mirándome brevemente.
Entonces cruce el puente, me acerque donde él estaba y le pregunté -¿Y cuántos peces ya has sacado?-. –Ninguno- respondió con su graciosa voz infantil. –Pero si saqué esto- me dijo señalando unos pantalones viejos que encontró en el rio; creo que se engancharon en el metal retorcido que usaba.
-Siempre saco basura, pero algún día sacaré peces de este rio- dijo con seguridad. -¿Crees que a los peces les guste ese metal que les das para morder?- le pregunté, -quizás les parezca muy duro o con poco sabor. ¿Por qué no les das algo que si les guste?- y agregué –te enseñaré algo que he aprendido en mis años de vida-. Piquenito me miró fijamente, como si no tuviera la menor idea de lo que le hablaba. -¿Tu abuela te dio galletas hoy?- pregunté. –Sí, las tengo en esta bolsa- respondió. -¿Por qué no les das eso a los peces?- sugerí. -¿Usted cree que les guste señor?- preguntó recogiendo rápidamente su cordel. –Déjame ayudarte- le dije. Tomé el cordel, improvisé un anzuelo con un pedazo de alambre y en la punta coloqué una galleta.
-Ya está, prueba con eso- le dije, el niño arrojó de nuevo el cordel al rio y yo me di vuelta para irme. No había caminado muy lejos cuando le oí gritar de alegría. ¡Qué emocionado estaba! ¡Había sacado un pez!, no era más grande que su propia mano, pero para él, era el pez más grande del mundo.
-¡Se lo voy a mostrar a mi abuela!- gritó mientras corría rio arriba. Yo también estaba contento. Había ayudado a ese niño y no estoy seguro, pero creo que le había enseñado algo esa mañana. Una verdad que se cumple con todos nuestros semejantes, tal como con los peces. “Si quieres sacar peces del rio, no pongas basura como carnada; coloca mejor lo que a los peces les gusta”.
Los escritos publicados en este blog cuentan con la aprobación y consentimiento de sus autores. Para contactarlos puede enviar su solicitud a redaccionlatinos@gmail.com y con gusto le atenderemos.
sábado, 14 de mayo de 2011
Mi oficina... un oasis
Por Gabriel Montiel – Venezuela
Existe una relación muy marcada entre el desempeño en el lugar de trabajo, la calidad del mismo y el ambiente en el que desarrollamos nuestras actividades. Cuando hablamos de trabajo pesado, trabajo tedioso, o de trabajo aburrido; estamos usualmente expresando con otras palabras que el ambiente en nuestra oficina, o donde sea que laboremos, es malo.
Es posible que nuestros superiores no estén interesados en hacer modificaciones en los espacios, procedimientos y actividades de sus empresas solo para que el obrero o el empleado se sientan bien. Pues no todos los empresarios conocen los beneficios que podrían obtener si lo hicieran. Este artículo no está destinado a cambiar la mente del jefe. Pero si mencionaré algunos aspectos en los que nosotros los trabajadores podemos mejorar nuestro propio ambiente.
Hablaremos usando como ejemplo una oficina, pero los principios pueden aplicarse a cualquier espacio o labor donde usted se desempeñe.
Una oficina limpia, ordenada y bien arreglada permite tener una sensación agradable; una sensación agradable, a su vez, permite que mantengamos una buena actitud hacia nuestras labores, que las asumamos con menos estrés. ¿Cuántas veces ha dicho usted algo como: -¡estoy cansado de este montón de papeles, no quiero ver más papeles!-? Mira su escritorio y le da la impresión que ha pasado un huracán, que su trabajo es interminable. Si estos papeles estuvieran ordenados, quizá no estarían sobre su escritorio, al menos no todos. ¿Cómo se siente cuando el personal de limpieza acaba de quitar el polvo de los estantes con esos productos químicos de olor a frutas?, si usted no es alérgico a estos químicos, quizás diga algo como: -¡Uhmmm, huele sabroso!, entonces sonríe y su actitud cambia al menos por unos instantes. Como puede ver el ambiente puede influir en nosotros de manera positiva o negativa, haciendo que trabajemos mejor o peor. Por esta razón, colocar fotos de nuestra familia, un poco de música a un volumen adecuado, tener al alcance algo de café o caramelos; es una buena forma de mejorar nuestro ambiente laboral.
Otra forma de mejorar nuestro entorno depende de lo que decimos a otros y de cómo se lo decimos. Si siempre hablamos de forma dura o criticona, si solo hablamos de los defectos de otros; estaremos desmejorando nuestro entorno y el de los demás. Sonreír, hablar con afecto, saludar de forma amistosa, comentar en forma positiva los logros de nuestros compañeros; son mejores estrategias de comunicación que influyen notablemente en bajar los niveles de estrés.
Nuestra oficina no tiene que ser un lugar al que vamos solo por obligación, por ganarnos el sustento. Usted puede, si se lo propone, transformarla en un entorno agradable. La calidad de su trabajo aumentará, su desempeño mejorará y su estrés… bueno, usted sabe. Intente aplicar los consejos arriba expuestos y quizás pueda lograr que su sitio de trabajo sea un oasis.
Existe una relación muy marcada entre el desempeño en el lugar de trabajo, la calidad del mismo y el ambiente en el que desarrollamos nuestras actividades. Cuando hablamos de trabajo pesado, trabajo tedioso, o de trabajo aburrido; estamos usualmente expresando con otras palabras que el ambiente en nuestra oficina, o donde sea que laboremos, es malo.
Es posible que nuestros superiores no estén interesados en hacer modificaciones en los espacios, procedimientos y actividades de sus empresas solo para que el obrero o el empleado se sientan bien. Pues no todos los empresarios conocen los beneficios que podrían obtener si lo hicieran. Este artículo no está destinado a cambiar la mente del jefe. Pero si mencionaré algunos aspectos en los que nosotros los trabajadores podemos mejorar nuestro propio ambiente.
Hablaremos usando como ejemplo una oficina, pero los principios pueden aplicarse a cualquier espacio o labor donde usted se desempeñe.
Una oficina limpia, ordenada y bien arreglada permite tener una sensación agradable; una sensación agradable, a su vez, permite que mantengamos una buena actitud hacia nuestras labores, que las asumamos con menos estrés. ¿Cuántas veces ha dicho usted algo como: -¡estoy cansado de este montón de papeles, no quiero ver más papeles!-? Mira su escritorio y le da la impresión que ha pasado un huracán, que su trabajo es interminable. Si estos papeles estuvieran ordenados, quizá no estarían sobre su escritorio, al menos no todos. ¿Cómo se siente cuando el personal de limpieza acaba de quitar el polvo de los estantes con esos productos químicos de olor a frutas?, si usted no es alérgico a estos químicos, quizás diga algo como: -¡Uhmmm, huele sabroso!, entonces sonríe y su actitud cambia al menos por unos instantes. Como puede ver el ambiente puede influir en nosotros de manera positiva o negativa, haciendo que trabajemos mejor o peor. Por esta razón, colocar fotos de nuestra familia, un poco de música a un volumen adecuado, tener al alcance algo de café o caramelos; es una buena forma de mejorar nuestro ambiente laboral.
Otra forma de mejorar nuestro entorno depende de lo que decimos a otros y de cómo se lo decimos. Si siempre hablamos de forma dura o criticona, si solo hablamos de los defectos de otros; estaremos desmejorando nuestro entorno y el de los demás. Sonreír, hablar con afecto, saludar de forma amistosa, comentar en forma positiva los logros de nuestros compañeros; son mejores estrategias de comunicación que influyen notablemente en bajar los niveles de estrés.
Nuestra oficina no tiene que ser un lugar al que vamos solo por obligación, por ganarnos el sustento. Usted puede, si se lo propone, transformarla en un entorno agradable. La calidad de su trabajo aumentará, su desempeño mejorará y su estrés… bueno, usted sabe. Intente aplicar los consejos arriba expuestos y quizás pueda lograr que su sitio de trabajo sea un oasis.
miércoles, 4 de mayo de 2011
La pluma del poeta
Escritores Latinos se complace en presentar el primer artículo de esta nueva sección. Inauguramos con la talentosa escritora y psicólogo argentina Jorgelina E. Rodriguez, quien comparte con nosotros la siguiente obra.
“El que retrata”
Por Jorgelina E. Rodríguez - Argentina
He intentado capturar la belleza en la fotografía. La imposibilidad me es propia como lo es el tiempo perdido. ¿Para quién algo es bello?, ¿de qué temporalidad hablamos?, ¿del pasado muerto?, ¿del presente que agoniza?, ¿del incierto futuro?
Es una sombra todo aquello que me resume.
De sus muertes, viajes internos al vacío, crepúsculos de los rostros, el viajero de alma extasiada y el hombre con sed mundana huye de sí mismo, mientras a su encuentro se avecina. La libertad su palabra. La soledad el destino que se traza.
Se pondrá un nombre que sea terrestre, ahogado de tierras angélicas y manos de luna llena. “Si hijo eres, padre no puedes ser”, se repite incansablemente. Se intuye en el alba, se desvanece en los espectros de la figura que emana.
La belleza, que fin tan alto, lo que sus ojos anhelan y el cuerpo no halla; es que todo es imagen. El equilibrio capturado se emancipa, sed de estímulos que corroboren el espíritu vivo, en la juventud que se evaporó con los murciélagos de la noche.
Una lente, el mundo a los pies, y el ojo se extravía en la mirada que está más allá del órgano. Os dice... “¿el fin o un nuevo principio?”. Porque todo retorna en una vorágine sigilosa y maléfica para el alma impía. Ermitaño es la forma de recubrirse de posibles huellas de heridas precedentes. Es otra forma de amar sin apostar a la dependencia de la ciclotimia de un otro. ¿Quién no lo es cuando la carne se hace polvo y el pensamiento se atomiza junto a la emoción?
El ser que no existe se hace pedazos en donde queda únicamente el escenario de una reproducción inexacta.
Los publicación de los escritos aquí mostrados cuentan con la autorización de sus autores. Para contactarlos utilice el correo redaccionlatinos@gmail.com y con gusto enviaremos su mensaje
martes, 26 de abril de 2011
Una forma interesante de escribir poesía
Por G. J. Villegas– Venezuela
Las expresiones artísticas han acompañado al hombre a lo largo del tiempo. La palabra escrita contiene muchas de estas manifestaciones, piense por ejemplo en la poesía. El poeta requiere un grado de pensamiento profundo, una forma especial de ver las cosas a fin de contarlas en un estilo que deleite al lector. Para muchos de nosotros quizá sea algo difícil poder escribir poesía. ¿Por qué no intentar entonces crear un haiku?
El haiku es una forma de expresión literaria japonesa. Consiste en un poema, sin rima, escrito en tres líneas. La primera línea consta de cinco sílabas, la segunda línea de siete sílabas y la tercera de solo cinco sílabas. El tema que domina en esta poesía es la naturaleza. Son bellas composiciones que tratan de plasmar en pocas palabras una imagen hermosa o un pensamiento que nace del autor y refleja su aprecio por lo creado. Fíjese en este ejemplo:
Matsuo Basho murió en Osaka en 1694 y es reconocido como uno de los grandes compositores de haiku de Japón. Es común ver esta poesía escrita acompañada de dibujos que representan ambientes naturales alusivos. Cuando se lee por primera vez un haiku, es posible no captar la esencia de su significado. Solo cuando se piensa en la profundidad de lo expresado, se puede apreciar el arte del poeta. Con todo, el haiku goza de una extraordinaria sencillez.
A pesar de ser originario de Japón, en la literatura hispana es conocido el haiku, y varios escritores latinos destacados han dedicado algunas obras al género. Para escribir un poema de este tipo se puede comenzar observando la naturaleza: un ave en pleno vuelo, un riachuelo que corre, una puesta de sol, etc. Luego piense en cómo expresar lo que ha visto o los sentimientos que evocan esas imágenes, y trate de escribir sus ideas en solo tres líneas. La primera y la tercera línea con cinco sílabas cada una, y la segunda línea con siete sílabas. Al final tendrá algo como esto:
¿Por qué no lo intenta? Observe el ambiente a su alrededor, escriba algunas ideas de lo que ve y luego conviértalas en haiku. Notará que es un ejercicio agradable para la mente y quizá se sorprenda con la belleza de algunas de sus propias composiciones. Muestre al artista que hay en usted y pruebe esta forma interesante de escribir poesía.
Las expresiones artísticas han acompañado al hombre a lo largo del tiempo. La palabra escrita contiene muchas de estas manifestaciones, piense por ejemplo en la poesía. El poeta requiere un grado de pensamiento profundo, una forma especial de ver las cosas a fin de contarlas en un estilo que deleite al lector. Para muchos de nosotros quizá sea algo difícil poder escribir poesía. ¿Por qué no intentar entonces crear un haiku?
El haiku es una forma de expresión literaria japonesa. Consiste en un poema, sin rima, escrito en tres líneas. La primera línea consta de cinco sílabas, la segunda línea de siete sílabas y la tercera de solo cinco sílabas. El tema que domina en esta poesía es la naturaleza. Son bellas composiciones que tratan de plasmar en pocas palabras una imagen hermosa o un pensamiento que nace del autor y refleja su aprecio por lo creado. Fíjese en este ejemplo:
Este camino
nadie ya lo recorre
salvo el crepúsculo
Matsuo BashoMatsuo Basho murió en Osaka en 1694 y es reconocido como uno de los grandes compositores de haiku de Japón. Es común ver esta poesía escrita acompañada de dibujos que representan ambientes naturales alusivos. Cuando se lee por primera vez un haiku, es posible no captar la esencia de su significado. Solo cuando se piensa en la profundidad de lo expresado, se puede apreciar el arte del poeta. Con todo, el haiku goza de una extraordinaria sencillez.
A pesar de ser originario de Japón, en la literatura hispana es conocido el haiku, y varios escritores latinos destacados han dedicado algunas obras al género. Para escribir un poema de este tipo se puede comenzar observando la naturaleza: un ave en pleno vuelo, un riachuelo que corre, una puesta de sol, etc. Luego piense en cómo expresar lo que ha visto o los sentimientos que evocan esas imágenes, y trate de escribir sus ideas en solo tres líneas. La primera y la tercera línea con cinco sílabas cada una, y la segunda línea con siete sílabas. Al final tendrá algo como esto:
Mecen las hojas
y con su frío viento
llega la noche
Jesús Aguilar
¿Por qué no lo intenta? Observe el ambiente a su alrededor, escriba algunas ideas de lo que ve y luego conviértalas en haiku. Notará que es un ejercicio agradable para la mente y quizá se sorprenda con la belleza de algunas de sus propias composiciones. Muestre al artista que hay en usted y pruebe esta forma interesante de escribir poesía.
martes, 12 de abril de 2011
Pensamiento rápido
Por Gabriel Montiel - Venezuela
El soldado nazi manda arrodillar formando una fila a los prisioneros. Está molesto por algo que, a su juicio, se ha hecho mal. Quiere saber quién es el culpable. Apunta con su arma a un prisionero y le hace la pregunta: -¿Quién ha sido?-. En el ambiente se respira miseria y miedo. Al no tener la respuesta que quería, le dispara en la cabeza sin ninguna lastima. El muerto se desploma sobre sí mismo. Entonces un niño, un prisionero, levanta su mano a vista del soldado y este le pregunta: -¿Vas a decirme quien fue el culpable?-. El pequeño comienza a llorar mientras afirma con la cabeza y, señalando al hombre ya muerto, grita: -¡Fue el!-. El soldado mira al muerto, mira al niño, e interrumpe la matanza. (Narración basada en una escena de la película La lista de Schindler)
Un jovencito de pensamiento muy rápido es el que se presenta en esa escena. Conozco un chiste (lo cual es mucho más agradable) que seguramente tiene muchas variantes dependiendo de donde usted viva, se trata de un joven que trabaja en la frutería de un supermercado. Se acerca un hombre gordo de traje y pregunta al joven si puede venderle medio melón. El muchacho le dice que primero le pedirá autorización a su supervisor. El supervisor está al final del mismo pasillo, el joven se acerca y le dice: -Jefe, allá hay un baboso barrigón con cara de sapo que quiere comprar solo medio melón- dice esto sin percatarse que el hombre está parado detrás de él. El hombre carraspea bastante fuerte para advertir su presencia, y al verlo, el joven exclama: -¡ah, y este elegante caballero quiere que le vendan la otra mitad!-.
El pensar rápido puede sacarnos de apuros y evitar que tengamos problemas mayores. Claro, no todos tenemos la capacidad inventiva que manifiestan los personajes arriba descritos y realmente bastará con evitar ser imprudentes al hablar para no tener dificultades como las del joven del supermercado. Pero hay ocasiones en las que necesitaremos tomar una decisión con relativa rapidez si no queremos que las cosas comiencen a ponerse feas. En esos casos es común ver como algunos recurren a las mentiras, los insultos o las amenazas para salir del atolladero.
¿Por qué no utilizar el potencial de nuestro cerebro en lugar de alguna artimaña? ¿Es muy difícil llegar a conclusiones sensatas, morales y veraces cuando se está bajo presión? La respuesta es sí. Si es difícil, si no estamos acostumbrados a buscar la mejor solución; y para estar acostumbrados, debemos ejercitar nuestro pensamiento, entrenarlo para que actúe de forma correcta.
Nos vendrá bien para lograrlo el echar mano a algunos principios éticos y de comportamiento que sean positivos. Responder por medio de tretas generalmente generará más y nuevos problemas. Responder y solucionar de forma apropiada los inconvenientes, puede zanjar una cuestión de una vez por todas. Esta es la línea de acción para la que debemos programar a nuestro cerebro. Es la forma correcta como debemos reaccionar ante las dificultades repentinas. No es siempre fácil, ya he dicho que requiere entrenamiento, pero el resultado será que tendremos un productivo pensamiento rápido.
El soldado nazi manda arrodillar formando una fila a los prisioneros. Está molesto por algo que, a su juicio, se ha hecho mal. Quiere saber quién es el culpable. Apunta con su arma a un prisionero y le hace la pregunta: -¿Quién ha sido?-. En el ambiente se respira miseria y miedo. Al no tener la respuesta que quería, le dispara en la cabeza sin ninguna lastima. El muerto se desploma sobre sí mismo. Entonces un niño, un prisionero, levanta su mano a vista del soldado y este le pregunta: -¿Vas a decirme quien fue el culpable?-. El pequeño comienza a llorar mientras afirma con la cabeza y, señalando al hombre ya muerto, grita: -¡Fue el!-. El soldado mira al muerto, mira al niño, e interrumpe la matanza. (Narración basada en una escena de la película La lista de Schindler)
Un jovencito de pensamiento muy rápido es el que se presenta en esa escena. Conozco un chiste (lo cual es mucho más agradable) que seguramente tiene muchas variantes dependiendo de donde usted viva, se trata de un joven que trabaja en la frutería de un supermercado. Se acerca un hombre gordo de traje y pregunta al joven si puede venderle medio melón. El muchacho le dice que primero le pedirá autorización a su supervisor. El supervisor está al final del mismo pasillo, el joven se acerca y le dice: -Jefe, allá hay un baboso barrigón con cara de sapo que quiere comprar solo medio melón- dice esto sin percatarse que el hombre está parado detrás de él. El hombre carraspea bastante fuerte para advertir su presencia, y al verlo, el joven exclama: -¡ah, y este elegante caballero quiere que le vendan la otra mitad!-.
El pensar rápido puede sacarnos de apuros y evitar que tengamos problemas mayores. Claro, no todos tenemos la capacidad inventiva que manifiestan los personajes arriba descritos y realmente bastará con evitar ser imprudentes al hablar para no tener dificultades como las del joven del supermercado. Pero hay ocasiones en las que necesitaremos tomar una decisión con relativa rapidez si no queremos que las cosas comiencen a ponerse feas. En esos casos es común ver como algunos recurren a las mentiras, los insultos o las amenazas para salir del atolladero.
¿Por qué no utilizar el potencial de nuestro cerebro en lugar de alguna artimaña? ¿Es muy difícil llegar a conclusiones sensatas, morales y veraces cuando se está bajo presión? La respuesta es sí. Si es difícil, si no estamos acostumbrados a buscar la mejor solución; y para estar acostumbrados, debemos ejercitar nuestro pensamiento, entrenarlo para que actúe de forma correcta.
Nos vendrá bien para lograrlo el echar mano a algunos principios éticos y de comportamiento que sean positivos. Responder por medio de tretas generalmente generará más y nuevos problemas. Responder y solucionar de forma apropiada los inconvenientes, puede zanjar una cuestión de una vez por todas. Esta es la línea de acción para la que debemos programar a nuestro cerebro. Es la forma correcta como debemos reaccionar ante las dificultades repentinas. No es siempre fácil, ya he dicho que requiere entrenamiento, pero el resultado será que tendremos un productivo pensamiento rápido.
miércoles, 6 de abril de 2011
Con el tiempo a cuestas
Por Gabriel Montiel – Venezuela
Este juego de palabras me lo enseñó un joven amigo, me pareció gracioso en su momento y creo que sigue siéndolo aun. Sin embargo nos enseña una verdad acerca del concepto que tenemos del transcurrir del tiempo. El tiempo, puede ser algo que recordar o añorar, puede ser algo que aprovechar, disfrutar o sufrir; puede ser algo para planificar y, claro está, puede ser algo que perder.
“Para todo hay un tiempo señalado” – escribió el sabio rey Salomón – “aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos: tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de desarraigar lo que se haya plantado; tiempo de matar y tiempo de sanar; tiempo de derribar y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de plañir y tiempo de dar saltos; tiempo de desechar piedras y tiempo de reunir piedras; tiempo de abrazar y tiempo de mantenerse alejado de los abrazos; tiempo de buscar y tiempo de dar por perdido; tiempo de guardar y tiempo de desechar; tiempo de rasgar y tiempo de unir cosiendo; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de odiar; tiempo para guerra y tiempo para paz” (Eclesiastés 3: 1-8)
Muchas veces no vivimos según esta verdad, ¿recuerda usted en cuantas ocasiones ha dicho: - ¡no tengo tiempo!? Montañas de trabajo por terminar, unas veces trabajo propio que se ha acumulado, otras, trabajo ajeno que no nos corresponde hacer, pero que terminamos aceptando. Nuestra vida se reduce al transcurrir del tiempo. Añoramos el que ya pasó, deseamos tener más del habitual, pero en realidad perdemos el poco con el que contamos.
¿Puede hacerse algo al respecto? Sí, claro que se puede. Es cuestión de organizarse, de planificar actividades, de elaborar un programa (aunque sea solo mental) y decidirse a cumplir con él. Para todo hay un tiempo señalado, por ejemplo leí en cierta oportunidad: “hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas”, no indicaba el nombre del autor, pero sus palabras son ciertas.
Determine que le roba el tiempo y establezca sus prioridades. Procure aprovechar al máximo las horas. No solo diga - no tengo tiempo -, pregúntese porque no lo tiene y modifique lo que esté en su poder modificar. Coloque en primer lugar las cosas más importantes y… no se olvide de su descanso. Esto le ayudará a no llevar el tiempo a cuestas.
(es tiempo pasado)
Yo amo
(es tiempo presente)
Yo amaré
(es tiempo futuro)
Amar sin ser amado
(es tiempo perdido)
“Para todo hay un tiempo señalado” – escribió el sabio rey Salomón – “aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos: tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de desarraigar lo que se haya plantado; tiempo de matar y tiempo de sanar; tiempo de derribar y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de plañir y tiempo de dar saltos; tiempo de desechar piedras y tiempo de reunir piedras; tiempo de abrazar y tiempo de mantenerse alejado de los abrazos; tiempo de buscar y tiempo de dar por perdido; tiempo de guardar y tiempo de desechar; tiempo de rasgar y tiempo de unir cosiendo; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de odiar; tiempo para guerra y tiempo para paz” (Eclesiastés 3: 1-8)
Muchas veces no vivimos según esta verdad, ¿recuerda usted en cuantas ocasiones ha dicho: - ¡no tengo tiempo!? Montañas de trabajo por terminar, unas veces trabajo propio que se ha acumulado, otras, trabajo ajeno que no nos corresponde hacer, pero que terminamos aceptando. Nuestra vida se reduce al transcurrir del tiempo. Añoramos el que ya pasó, deseamos tener más del habitual, pero en realidad perdemos el poco con el que contamos.
¿Puede hacerse algo al respecto? Sí, claro que se puede. Es cuestión de organizarse, de planificar actividades, de elaborar un programa (aunque sea solo mental) y decidirse a cumplir con él. Para todo hay un tiempo señalado, por ejemplo leí en cierta oportunidad: “hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas”, no indicaba el nombre del autor, pero sus palabras son ciertas.
Determine que le roba el tiempo y establezca sus prioridades. Procure aprovechar al máximo las horas. No solo diga - no tengo tiempo -, pregúntese porque no lo tiene y modifique lo que esté en su poder modificar. Coloque en primer lugar las cosas más importantes y… no se olvide de su descanso. Esto le ayudará a no llevar el tiempo a cuestas.
lunes, 4 de abril de 2011
Tres frases que te ayudaran a vivir mejor
Por Gabriel Montiel - Venezuela
Existen pensamientos muy útiles, que encierran profundas verdades que son merecedoras de consideración. Quizá no cambien al mundo, pero al menos, si los tenemos presentes pueden cambiarnos a nosotros para bien.
De algunas de mis lecturas he extraído para usted tres citas que enseñan a vivir. Piense en cómo pueden ayudarle y compártalas con otros.
“Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse”
François de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.
Cuan ciertas resultan ser estas palabras, no podemos saberlo todo, podemos intentarlo y estudiar y leer todo lo que se nos ocurra; pero aun así ignoraremos muchas cosas. Piense en esto cuando alguien cercano a usted cometa un error por no saber algo. No lo juzgue apresuradamente, usted mismo no lo conoce todo y es casi seguro que hay cosas que conoce mal.
“¿Has contemplado a un hombre hábil en su trabajo? Delante de reyes es donde él se apostará; no se apostará delante de hombres comunes”
Proverbios 22:29 (Pasaje de la Biblia escrito por Salomón)
Esta es mi favorita, enseña la importancia del esfuerzo en todo lo que hacemos. Lo valioso del trabajo bien hecho. ¿Ha contemplado a un hombre o mujer hábil en alguna labor, oficio o profesión? Si esta persona es reconocida por la excelencia de su obra, su fama le consignará trabajo de seguro, no sufrirá la pobreza del perezoso. Sin embargo este principio puede aplicarse a otras facetas de nuestra vida.
"No anticipéis las tribulaciones ni temáis lo que seguramente no os puede suceder. Vivid siempre en un ambiente de optimismo"
Benjamín Franklin (1706 - 1790) Estadista y científico estadounidense.
Todos tenemos que enfrentarnos a muchos problemas durante nuestra vida. ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante las dificultades? ¿Puede el optimismo ayudarnos siempre? Claramente no todos los problemas tendrán finales felices, pero el pesimismo puede agravarlos más y dejarnos una desalentadora sensación de derrota. A nadie le gusta eso. Sin duda preferimos encaminarnos por un sendero que nos conduzca a una mejor solución. Para ello una actitud positiva será de gran ayuda.
Estas frases son solo una muestra de que todos tenemos la capacidad de pensar en nuestro bienestar y de aplicar fórmulas que nos permitan vivir mejor.
Existen pensamientos muy útiles, que encierran profundas verdades que son merecedoras de consideración. Quizá no cambien al mundo, pero al menos, si los tenemos presentes pueden cambiarnos a nosotros para bien.
De algunas de mis lecturas he extraído para usted tres citas que enseñan a vivir. Piense en cómo pueden ayudarle y compártalas con otros.
“Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse”
François de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.
Cuan ciertas resultan ser estas palabras, no podemos saberlo todo, podemos intentarlo y estudiar y leer todo lo que se nos ocurra; pero aun así ignoraremos muchas cosas. Piense en esto cuando alguien cercano a usted cometa un error por no saber algo. No lo juzgue apresuradamente, usted mismo no lo conoce todo y es casi seguro que hay cosas que conoce mal.
“¿Has contemplado a un hombre hábil en su trabajo? Delante de reyes es donde él se apostará; no se apostará delante de hombres comunes”
Proverbios 22:29 (Pasaje de la Biblia escrito por Salomón)
Esta es mi favorita, enseña la importancia del esfuerzo en todo lo que hacemos. Lo valioso del trabajo bien hecho. ¿Ha contemplado a un hombre o mujer hábil en alguna labor, oficio o profesión? Si esta persona es reconocida por la excelencia de su obra, su fama le consignará trabajo de seguro, no sufrirá la pobreza del perezoso. Sin embargo este principio puede aplicarse a otras facetas de nuestra vida.
"No anticipéis las tribulaciones ni temáis lo que seguramente no os puede suceder. Vivid siempre en un ambiente de optimismo"
Benjamín Franklin (1706 - 1790) Estadista y científico estadounidense.
Todos tenemos que enfrentarnos a muchos problemas durante nuestra vida. ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante las dificultades? ¿Puede el optimismo ayudarnos siempre? Claramente no todos los problemas tendrán finales felices, pero el pesimismo puede agravarlos más y dejarnos una desalentadora sensación de derrota. A nadie le gusta eso. Sin duda preferimos encaminarnos por un sendero que nos conduzca a una mejor solución. Para ello una actitud positiva será de gran ayuda.
Estas frases son solo una muestra de que todos tenemos la capacidad de pensar en nuestro bienestar y de aplicar fórmulas que nos permitan vivir mejor.
sábado, 2 de abril de 2011
Conozca al Marañón o Cajuil
Por Gabriel Montiel - Venezuela
Muy interesante fue la conversación que tuve con un familiar el fin de semana. Me habló de una fruta muy versátil que goza de popularidad en mi pais. Se trata del Anacardium occidentale, Merey como se le conoce en Venezuela. Marañón es llamado en Colombia, Mexico, Perú, Cuba, Panama y Ecuador. Para los domenicanos es Cajuil.
¿Ha probado usted esta sabrosa fruta pulposa? ¿Ha probado usted sus ricas semillas tostadas? Crece en un árbol de unos diez metros de altura con un torcido y grueso tronco. El merey es utilizado para la elaboración de dulces, bebidas y bocadillos. Se utiliza como medicina por los mas avezados conocedores de las propiedades de la planta. A este respecto, recuerdo una oportunidad en que un conocido se quejaba de un dolor de garganta y le recomendaron el jugo de la pulpa pintona (el merey aun verde pero a punto de madurar) para curar su enfermedad. Al tiempo yo tambien lo probé para la misma afección y en verdad dio resultado.
Es muy fácil conseguirlo, al menos si vives en Venezuela, pues muchas personas lo cultivan en los patios de sus hogares, y hasta se puede encontrar de forma silvestre en plazas y solares. Sus semillas son otra historia, pues estas se venden en puestos ambulantes a orillas de las carreteras y pequeñas bodegas de zonas rurales.
Si visita alguna vez el oriente venezolano, no deje de probar esta popular fruta,le gustará conocer al marañón o cajuil
Muy interesante fue la conversación que tuve con un familiar el fin de semana. Me habló de una fruta muy versátil que goza de popularidad en mi pais. Se trata del Anacardium occidentale, Merey como se le conoce en Venezuela. Marañón es llamado en Colombia, Mexico, Perú, Cuba, Panama y Ecuador. Para los domenicanos es Cajuil.
¿Ha probado usted esta sabrosa fruta pulposa? ¿Ha probado usted sus ricas semillas tostadas? Crece en un árbol de unos diez metros de altura con un torcido y grueso tronco. El merey es utilizado para la elaboración de dulces, bebidas y bocadillos. Se utiliza como medicina por los mas avezados conocedores de las propiedades de la planta. A este respecto, recuerdo una oportunidad en que un conocido se quejaba de un dolor de garganta y le recomendaron el jugo de la pulpa pintona (el merey aun verde pero a punto de madurar) para curar su enfermedad. Al tiempo yo tambien lo probé para la misma afección y en verdad dio resultado.
Es muy fácil conseguirlo, al menos si vives en Venezuela, pues muchas personas lo cultivan en los patios de sus hogares, y hasta se puede encontrar de forma silvestre en plazas y solares. Sus semillas son otra historia, pues estas se venden en puestos ambulantes a orillas de las carreteras y pequeñas bodegas de zonas rurales.
Si visita alguna vez el oriente venezolano, no deje de probar esta popular fruta,le gustará conocer al marañón o cajuil
martes, 29 de marzo de 2011
Vivir de falacias
Por Gabriel Montiel – Venezuela
En los cursos de redacción y escritura se enseña al estudiante la importancia de evitar las falacias al expresar sus argumentos. La falacia es un argumento en sí misma, solo que contiene un error, un engaño, algo que no es veraz, una conclusión no válida. Cuando se dice con la intención de entrampar a otros, de presentarles un argumento que los confunda y los haga pensar como nosotros queremos, suele llamarse sofisma.
Nuestra vida misma está llena de falacias, así como nuestro vocabulario, que crean en nosotros un patrón de comportamiento poco productivo. Quizá sin darnos cuenta, utilizamos en el día a día argumentos falaces para justificar por qué nos comportamos de una manera u otra; o mostramos a alguien que se equivoca cuando en realidad los equivocados somos nosotros.
Existen varios tipos de falacias bien estudiados, hablemos solo de dos de ellos y comprobemos si forman parte de nuestra conducta; el primero: Argumentum ad baculum. Esta falacia en nuestro idioma se traduce como apelación al poder o al miedo, y es común escucharnos hablar muy convencidos y decir: - seguramente, lo que da origen a este problema es…, puedo asegurarlo gracias a mis veinte años de experiencia en el ramo -. ¿Es solo la experiencia suficiente para determinar la causa de algo? ¿No se requieren de pruebas que demuestren esas causas? ¿Cuántas veces hemos dicho algo parecido y luego retractado o disculpado por no estar en lo correcto?
Un ladrón amenaza con un cuchillo a una señora y le dice: - ¡dame la cartera o te corto! (está apelando al miedo)
Argumentum ad baculum se cumple cuando procuramos imponer una idea basados, no en lo lógico y claramente positivo de esta; sino en nuestro poder, influencias o atributos superiores a los de los demás. ¡Qué error es vivir así! No es necesario siquiera mencionar los problemas que esta forma de ser nos causa y el cómo perjudica a otros.
El segundo tipo de falacia: Non causa pro causa. Son falacias de causas cuestionables, las usamos al asegurar que algo ocurrió debido a… y mencionamos una causa poco creíble. Quizá la causa en sí misma sea creíble, pero no como respuesta al hecho ocurrido. – No pude aprobar el curso porque las asignaturas son muy difíciles – dice un estudiante. Eso es una falacia non causa pro causa. Ese argumento no nos permite corregir nuestro error, las asignaturas quizá sean difíciles; pero es más probable que el poco esfuerzo aplicado al estudiar sea la verdadera causa de haber reprobado. No somos sinceros con nosotros mismos y es obvio que eso nos afecta. – Choqué el vehículo de papá, esto pasó porque en la mañana se me quebró un espejo – (esta, creo yo, no necesita explicación alguna).
Intente descubrir cuántos de estos argumentos engañosos rigen su vida y elimínelos, cambie su forma de pensar, reconozca sus fallas y corríjalas. No le garantizará que jamás se equivocará, pero al menos dejará de vivir de falacias.
Vea también Vivir de falacias II
En los cursos de redacción y escritura se enseña al estudiante la importancia de evitar las falacias al expresar sus argumentos. La falacia es un argumento en sí misma, solo que contiene un error, un engaño, algo que no es veraz, una conclusión no válida. Cuando se dice con la intención de entrampar a otros, de presentarles un argumento que los confunda y los haga pensar como nosotros queremos, suele llamarse sofisma.
Nuestra vida misma está llena de falacias, así como nuestro vocabulario, que crean en nosotros un patrón de comportamiento poco productivo. Quizá sin darnos cuenta, utilizamos en el día a día argumentos falaces para justificar por qué nos comportamos de una manera u otra; o mostramos a alguien que se equivoca cuando en realidad los equivocados somos nosotros.
Existen varios tipos de falacias bien estudiados, hablemos solo de dos de ellos y comprobemos si forman parte de nuestra conducta; el primero: Argumentum ad baculum. Esta falacia en nuestro idioma se traduce como apelación al poder o al miedo, y es común escucharnos hablar muy convencidos y decir: - seguramente, lo que da origen a este problema es…, puedo asegurarlo gracias a mis veinte años de experiencia en el ramo -. ¿Es solo la experiencia suficiente para determinar la causa de algo? ¿No se requieren de pruebas que demuestren esas causas? ¿Cuántas veces hemos dicho algo parecido y luego retractado o disculpado por no estar en lo correcto?
Un ladrón amenaza con un cuchillo a una señora y le dice: - ¡dame la cartera o te corto! (está apelando al miedo)
Argumentum ad baculum se cumple cuando procuramos imponer una idea basados, no en lo lógico y claramente positivo de esta; sino en nuestro poder, influencias o atributos superiores a los de los demás. ¡Qué error es vivir así! No es necesario siquiera mencionar los problemas que esta forma de ser nos causa y el cómo perjudica a otros.
El segundo tipo de falacia: Non causa pro causa. Son falacias de causas cuestionables, las usamos al asegurar que algo ocurrió debido a… y mencionamos una causa poco creíble. Quizá la causa en sí misma sea creíble, pero no como respuesta al hecho ocurrido. – No pude aprobar el curso porque las asignaturas son muy difíciles – dice un estudiante. Eso es una falacia non causa pro causa. Ese argumento no nos permite corregir nuestro error, las asignaturas quizá sean difíciles; pero es más probable que el poco esfuerzo aplicado al estudiar sea la verdadera causa de haber reprobado. No somos sinceros con nosotros mismos y es obvio que eso nos afecta. – Choqué el vehículo de papá, esto pasó porque en la mañana se me quebró un espejo – (esta, creo yo, no necesita explicación alguna).
Intente descubrir cuántos de estos argumentos engañosos rigen su vida y elimínelos, cambie su forma de pensar, reconozca sus fallas y corríjalas. No le garantizará que jamás se equivocará, pero al menos dejará de vivir de falacias.
Vea también Vivir de falacias II
miércoles, 23 de marzo de 2011
Una fórmula para agradar a otros
Por Gabriel Montiel – Venezuela
Los detalles, los pequeños detalles de la vida, hacen que esta sea más placentera. No cuesta mucho emplear esta filosofía, pero reporta una gran ganancia a aquellos que se especializan en aplicarla.
A todos nos gusta que nos saluden con entusiasmo, que nos hagan regalos agradables, que nos feliciten; en fin, que se interesen en nosotros. Cuando alguien nos trata así, llegamos a sentir un aprecio sincero, y a veces hasta profundo, por quien nos otorga dicho interés. Nuestra relación con esa persona llega a ser de clara amistad, y es que no podemos ser contrarios de quien no es contrario a nosotros (al menos así razonamos sin que nos fijemos en ello).
E aquí una filosofía de vida muy valiosa, un arte que pocos dominan, y por ende, pocos disfrutan de los manjares que ofrece. Intente esto con sus amigos, sus familiares y todos aquellos con quienes pueda, con quienes se encuentre en su día a día.
Ofrezca pequeños detalles a otros. Hay detalles hablados: un saludo afectuoso, una pregunta sincera por la salud o algún interés particular de la otra persona que conozcamos, un elogio simple pero verdadero. Hay detalles gestuales: una gran sonrisa, un gesto de aprobación con las manos, una mirada cariñosa. Puede hacer pequeños regalos: un caramelo, una rosa, un lapicero, una tarjeta. Puede combinar varios detalles.
El punto es que los detalles se deben tener todos los días, deben dejar una sensación de alegría en la otra persona. ¿Los beneficios? Piense en como lo tratara su esposa o su esposo, sus compañeros de trabajo, sus hijos, etc. Piense en cómo se sentirá usted, imagine como serán las relaciones con los demás. Empiece con algo simple, como felicitar por algo bueno que usted notó, quizá lo sabrosa que quedó alguna comida y verá en seguida los efectos de esta fórmula.
Tengamos buen gusto al escoger los detalles que daremos a otros, y sobre todo que estos sean sin hipocresía. El aprecio sincero y el reconocimiento que se expresa en un gesto así causan el mismo placer que un vaso de agua fresca a un sediento. Tendremos además la satisfacción de que nos consideren buenos compañeros y amigos, y de que lo seamos en verdad.
Los detalles, los pequeños detalles de la vida, hacen que esta sea más placentera. No cuesta mucho emplear esta filosofía, pero reporta una gran ganancia a aquellos que se especializan en aplicarla.
A todos nos gusta que nos saluden con entusiasmo, que nos hagan regalos agradables, que nos feliciten; en fin, que se interesen en nosotros. Cuando alguien nos trata así, llegamos a sentir un aprecio sincero, y a veces hasta profundo, por quien nos otorga dicho interés. Nuestra relación con esa persona llega a ser de clara amistad, y es que no podemos ser contrarios de quien no es contrario a nosotros (al menos así razonamos sin que nos fijemos en ello).
E aquí una filosofía de vida muy valiosa, un arte que pocos dominan, y por ende, pocos disfrutan de los manjares que ofrece. Intente esto con sus amigos, sus familiares y todos aquellos con quienes pueda, con quienes se encuentre en su día a día.
Ofrezca pequeños detalles a otros. Hay detalles hablados: un saludo afectuoso, una pregunta sincera por la salud o algún interés particular de la otra persona que conozcamos, un elogio simple pero verdadero. Hay detalles gestuales: una gran sonrisa, un gesto de aprobación con las manos, una mirada cariñosa. Puede hacer pequeños regalos: un caramelo, una rosa, un lapicero, una tarjeta. Puede combinar varios detalles.
El punto es que los detalles se deben tener todos los días, deben dejar una sensación de alegría en la otra persona. ¿Los beneficios? Piense en como lo tratara su esposa o su esposo, sus compañeros de trabajo, sus hijos, etc. Piense en cómo se sentirá usted, imagine como serán las relaciones con los demás. Empiece con algo simple, como felicitar por algo bueno que usted notó, quizá lo sabrosa que quedó alguna comida y verá en seguida los efectos de esta fórmula.
Tengamos buen gusto al escoger los detalles que daremos a otros, y sobre todo que estos sean sin hipocresía. El aprecio sincero y el reconocimiento que se expresa en un gesto así causan el mismo placer que un vaso de agua fresca a un sediento. Tendremos además la satisfacción de que nos consideren buenos compañeros y amigos, y de que lo seamos en verdad.
jueves, 17 de marzo de 2011
Padres "es solo un niño, un niño pequeñito"
Por Gabriel Montiel - Venezuela
Ser padres es una de las responsabilidades mas discutidas del mundo. Cuando no se tienen hijos, se puede pensar en ello, puede gustarnos o no; vemos a otros padres y el cómo tratan a sus pequeños y a veces les apoyamos, otras les censuramos. Cuando se tienen hijos las cosas se ven de un modo distinto, nace en nosotros una forma de amor que no conocíamos. Investigando en la red he podido ver el talento que tienen algunos para publicar cosas bastantes útiles. Se atribuye a W. Livingston Larned el siguiente texto…
Papá Olvida
Escucha hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo.
Durante el desayuno te regañé también, volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla.Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: ¡Adiós papito! Y yo fruncí el entrecejo y te respondí: ¨¡Ten erguidos los hombros!¨ Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso.
¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. ¨¿Qué quieres ahora?¨ te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aún el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.
Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entro en mi un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que yo esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros.
Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace de las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.
Ser padres es una de las responsabilidades mas discutidas del mundo. Cuando no se tienen hijos, se puede pensar en ello, puede gustarnos o no; vemos a otros padres y el cómo tratan a sus pequeños y a veces les apoyamos, otras les censuramos. Cuando se tienen hijos las cosas se ven de un modo distinto, nace en nosotros una forma de amor que no conocíamos. Investigando en la red he podido ver el talento que tienen algunos para publicar cosas bastantes útiles. Se atribuye a W. Livingston Larned el siguiente texto…
Papá Olvida
W. Livingston Larned
Escucha hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida. He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable vine junto a tu cama. Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo. Te regañé cuando te vestías para ir a la escuela, porque apenas te mojaste la cara con una toalla. Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo.
Durante el desayuno te regañé también, volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado. Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con mantequilla.Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: ¡Adiós papito! Y yo fruncí el entrecejo y te respondí: ¨¡Ten erguidos los hombros!¨ Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí. Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso.
¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta. ¨¿Qué quieres ahora?¨ te dije bruscamente. Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aún el descuido ajeno puede agotar. Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.
Bien, hijo; poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entro en mi un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre? La costumbre de encontrar defectos, de reprender; esta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que yo esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros.
Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace de las colinas. Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.
Es una pobre explicación; se que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto. Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: ¨No es más que un niño, un niño pequeñito¨ Temo haberte imaginado hombre. Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro. He pedido demasiado, demasiado.
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