Por Gabriel Montiel – Venezuela
En Marzo de este año inicié un trabajo que explicaba como algunas falacias y sofismas que intentamos evitar a la hora de redactar, influyen en nuestro comportamiento y forma de pensar. Esa anterior entrada titulada Vivir de falacias ha sido muy visitada, aparentemente el tema en cuestión es bastante investigado; así que les traigo la continuación del escrito donde analizaremos dos falacias mas.
Apelación por ignorancia o Argumentum ad ignorantiam es un razonamiento engañoso donde se pretende probar que una afirmación es cierta debido a que no se ha podido probar su falsedad. Es muy interesante en verdad, un ejemplo del uso de este tipo de falacia lo encontramos comúnmente en las aulas de clases. El docente explica una lección, pregunta si alguien tiene dudas, y, como nadie responde (usualmente ningún alumno levanta la mano por vergüenza o miedo), entonces sentencia diciendo: -¡eso significa que todos entendieron!- El engaño está en que realmente sabemos que no todos han comprendido la lección.
Como ven, aplicar esta fórmula no favorece a ninguna de las partes, tampoco es inocua pues hace daño debido a sus consecuencias.
Petitio principii o petición de principio es una falacia donde se acepta una declaración como cierta antes de demostrarla; dicho de otra forma se utiliza como premisa la misma conclusión que se declara. Un ejemplo de de este tipo de argumento se aprecia en la declaración: -He llegado tarde al trabajo porque no he llegado a mi hora- Puede servirnos para escapar de un regaño del jefe pero ¿En verdad sirve? La realidad es que quedaremos mal parados con este tipo de raciocinio. Debemos aprender a explicarnos con franqueza.
Quizá alguien quiera probar una idea controversial y para ganar la aceptación, expone una conclusión (basada en esa idea) que aparentemente es innegable, demostrando así la supuesta veracidad de la misma. –El hombre desciende del mono, por esta razón es que nos parecemos a ellos- Esto es una forma de engaño. Cuando tratamos a los demás y basamos nuestras relaciones en este tipo de argumento, estamos siendo poco francos y podríamos rayar en la manipulación (será así si lo hacemos en forma intencional como al usar sofismas).
Nuestras declaraciones deben fundarse con claridad, demostrar eficientemente lo que queremos probar. Ese grado de eficiencia y claridad debe manifestarse en nuestra vida, sin engaños y manipulaciones. Tal como mencioné en la primer parte de este artículo, no seremos perfectos al aplicar esta filosofía; pero al intentar hacerlo estaremos dejando de vivir de falacias.
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