Por Gabriel Montiel - Venezuela
Muchas veces hemos escuchado que alguien nació o heredó su mal carácter de algún familiar, tal vez su padre o madre o sus abuelos. Estamos tan seguros de ello por las similitudes que observamos en las formas de comportarse y reaccionar de estos. Pues lo cierto es que el carácter no se hereda. Lo que si se hereda es el temperamento, podemos tener un temperamento dócil o conflictivo, aburrido o divertido; y esta forma de ser y sentir sí la hemos adquirido genéticamente de nuestros padres.
Los especialistas definen cuatro tipos de temperamentos diferentes sobre los cuales va a formarse el carácter.Pues resulta que el carácter no es más que el resultado de un temperamento modificado por las experiencias vividas, en el caso de los niños, de las experiencias, enseñanzas y cultura que sus cuidadores les imparten.
Desde aquí podemos intuir cual puede ser el resultado de dar a los niños, desde su más tierna infancia, un trato cariñoso instructivo, una formación paciente y una atención fundamentada en sus intereses. Con esta forma de educar y cuidar podremos tener niños más saludables, con un carácter aceptable y no lesivo de sus propias relaciones interpersonales que les garanticen un mejor desenvolvimiento como individuos en la sociedad actual.
Ahora podemos pensar: ¿Quién forma el carácter de mis hijos? ¿Quiénes son los cuidadores en quienes confío la educación de mis hijos? ¿Asumo esta responsabilidad al 100%, o la comparto con algún familiar o algún maestro?; y la más importante pregunta: ¿Estamos logrando formar un carácter apropiado?
Un niño no nace con mal carácter, su mal carácter lo aprende gracias al entorno donde se desenvuelve y donde copia conductas principalmente de sus cuidadores. El carácter puede modificarse si las conductas apropiadas que manifieste el niño se refuerzan y se reprimen las indeseables (reprimir no significa maltrato, el maltrato refuerza conductas negativas). Debemos poner mucha atención para lograr ser buenos cuidadores.
Una niña de algo menos de dos años toma un par de zapatos y se los lleva y trata de ponérselos en los pies al padre que está leyendo el diario en la sala. Este le ayuda un poco, le da las gracias y le hace sentir que ha logrado algo importante. Ahora la niña corre por la casa hasta la cocina donde su madre está ocupada y le grita con su escaso lenguaje: -¡Papi, papi, ti, ti, ti!- (nosotros sabemos lo que quiere decir la niña, que logré ponerle los zapatos a mi papá, ven a ver como lo hice) Pero la madre le responde bruscamente: -¡Deja a tu padre tranquilo, porque está ocupado!- y la pone en la silla para bebes donde la niña comienza a llorar y a retorcerse. ¿Qué efectos podrá tener esta experiencia en el futuro carácter de la niña? ¿Cómo variarían los resultados si la madre, con una gran sonrisa, atendiera a su hija, la acompañara hasta la sala y también la felicitara por su pequeño logro?
Estimado lector, aplicar esto requiere de tiempo y esfuerzo, pero las recompensas bien lo valen; pues estaremos formando en nuestros hijos un carácter apropiado.
Sinceramente me encanta este blog.
ResponderEliminarTodos sus artículos son muy interesantes, concretos e instructivos.
Debo resaltar igualmente la sobriedad de la página, el cuidado uso del lenguaje y correcta ortografía.
Es un placer leerlos.
Mil felicitaciones.
Gracias por tu comentario, son opiniones como estas las que animan a continuar con el trabajo.
ResponderEliminar