miércoles, 6 de abril de 2011

Con el tiempo a cuestas

Por Gabriel Montiel – Venezuela

Yo amé
(es tiempo pasado)
Yo amo
(es tiempo presente)
Yo amaré
(es tiempo futuro)
Amar sin ser amado
(es tiempo perdido)

    Este juego de palabras me lo enseñó un joven amigo, me pareció gracioso en su momento y creo que sigue siéndolo aun. Sin embargo nos enseña una verdad acerca del concepto que tenemos del transcurrir del tiempo. El tiempo, puede ser algo que recordar o añorar, puede ser algo que aprovechar, disfrutar o sufrir; puede ser algo para planificar y, claro está, puede ser algo que perder.


    “Para todo hay un tiempo señalado” – escribió el sabio rey Salomón – “aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos: tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de desarraigar lo que se haya plantado; tiempo de matar y tiempo de sanar; tiempo de derribar y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de plañir y tiempo de dar saltos; tiempo de desechar piedras y tiempo de reunir piedras; tiempo de abrazar y tiempo de mantenerse alejado de los abrazos; tiempo de buscar y tiempo de dar por perdido; tiempo de guardar y tiempo de desechar; tiempo de rasgar y tiempo de unir cosiendo; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de odiar; tiempo para guerra y tiempo para paz” (Eclesiastés 3: 1-8)


    Muchas veces no vivimos según esta verdad, ¿recuerda usted en cuantas ocasiones ha dicho: - ¡no tengo tiempo!? Montañas de trabajo por terminar, unas veces trabajo propio que se ha acumulado, otras, trabajo ajeno que no nos corresponde hacer, pero que terminamos aceptando. Nuestra vida se reduce al transcurrir del tiempo. Añoramos el que ya pasó, deseamos tener más del habitual, pero en realidad perdemos el poco con el que contamos.


    ¿Puede hacerse algo al respecto? Sí, claro que se puede. Es cuestión de organizarse, de planificar actividades, de elaborar un programa (aunque sea solo mental) y decidirse a cumplir con él. Para todo hay un tiempo señalado, por ejemplo leí en cierta oportunidad: “hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas”, no indicaba el nombre del autor, pero sus palabras son ciertas.


    Determine que le roba el tiempo y establezca sus prioridades. Procure aprovechar al máximo las horas. No solo diga - no tengo tiempo -, pregúntese porque no lo tiene y modifique lo que esté en su poder modificar. Coloque en primer lugar las cosas más importantes y… no se olvide de su descanso. Esto le ayudará a no llevar el tiempo a cuestas.

1 comentario:

  1. Es una verdad evidente, que pocos logramos identificar

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