martes, 26 de abril de 2011

Una forma interesante de escribir poesía

Por G. J. Villegas– Venezuela



    Las expresiones artísticas han acompañado al hombre a lo largo del tiempo. La palabra escrita contiene muchas de estas manifestaciones, piense por ejemplo en la poesía. El poeta requiere un grado de pensamiento profundo, una forma especial de ver las cosas a fin de contarlas en un estilo que deleite al lector. Para muchos de nosotros quizá sea algo difícil poder escribir poesía. ¿Por qué no intentar entonces crear un haiku?

    El haiku es una forma de expresión literaria japonesa. Consiste en un poema, sin rima, escrito en tres líneas. La primera línea consta de cinco sílabas, la segunda línea de siete sílabas y la tercera de solo cinco sílabas. El tema que domina en esta poesía es la naturaleza. Son bellas composiciones que tratan de plasmar en pocas palabras una imagen hermosa o un pensamiento que nace del autor y refleja su aprecio por lo creado. Fíjese en este ejemplo:



Este camino
nadie ya lo recorre
salvo el crepúsculo
Matsuo Basho

    Matsuo Basho murió en Osaka en 1694 y es reconocido como uno de los grandes compositores de haiku de Japón. Es común ver esta poesía escrita acompañada de dibujos que representan ambientes naturales alusivos. Cuando se lee por primera vez un haiku, es posible no captar la esencia de su significado. Solo cuando se piensa en la profundidad de lo expresado, se puede apreciar el arte del poeta. Con todo, el haiku goza de una extraordinaria sencillez.

    A pesar de ser originario de Japón, en la literatura hispana es conocido el haiku, y varios escritores latinos destacados han dedicado algunas obras al género. Para escribir un poema de este tipo se puede comenzar observando la naturaleza: un ave en pleno vuelo, un riachuelo que corre, una puesta de sol, etc. Luego piense en cómo expresar lo que ha visto o los sentimientos que evocan esas imágenes, y trate de escribir sus ideas en solo tres líneas. La primera y la tercera línea con cinco sílabas cada una, y la segunda línea con siete sílabas. Al final tendrá algo como esto:


Mecen las hojas
y con su frío viento
llega la noche
Jesús Aguilar

    ¿Por qué no lo intenta? Observe el ambiente a su alrededor, escriba algunas ideas de lo que ve y luego conviértalas en haiku. Notará que es un ejercicio agradable para la mente y quizá se sorprenda con la belleza de algunas de sus propias composiciones. Muestre al artista que hay en usted y pruebe esta forma interesante de escribir poesía.

martes, 12 de abril de 2011

Pensamiento rápido

Por Gabriel Montiel - Venezuela


  

    El soldado nazi manda arrodillar formando una fila a los prisioneros. Está molesto por algo que, a su juicio, se ha hecho mal. Quiere saber quién es el culpable. Apunta con su arma a un prisionero y le hace la pregunta: -¿Quién ha sido?-. En el ambiente se respira miseria y miedo. Al no tener la respuesta que quería, le dispara en la cabeza sin ninguna lastima. El muerto se desploma sobre sí mismo. Entonces un niño, un prisionero, levanta su mano a vista del soldado y este le pregunta: -¿Vas a decirme quien fue el culpable?-. El pequeño comienza a llorar mientras afirma con la cabeza y, señalando al hombre ya muerto, grita: -¡Fue el!-. El soldado mira al muerto, mira al niño, e interrumpe la matanza. (Narración basada en una escena de la película La lista de Schindler)

    Un jovencito de pensamiento muy rápido es el que se presenta en esa escena. Conozco un chiste (lo cual es mucho más agradable) que seguramente tiene muchas variantes dependiendo de donde usted viva, se trata de un joven que trabaja en la frutería de un supermercado. Se acerca un hombre gordo de traje y pregunta al joven si puede venderle medio melón. El muchacho le dice que primero le pedirá autorización a su supervisor. El supervisor está al final del mismo pasillo, el joven se acerca y le dice: -Jefe, allá hay un baboso barrigón con cara de sapo que quiere comprar solo medio melón- dice esto sin percatarse que el hombre está parado detrás de él. El hombre carraspea bastante fuerte para advertir su presencia, y al verlo, el joven exclama: -¡ah, y este elegante caballero quiere que le vendan la otra mitad!-.


    El pensar rápido puede sacarnos de apuros y evitar que tengamos problemas mayores. Claro, no todos tenemos la capacidad inventiva que manifiestan los personajes arriba descritos y realmente bastará con evitar ser imprudentes al hablar para no tener dificultades como las del joven del supermercado. Pero hay ocasiones en las que necesitaremos tomar una decisión con relativa rapidez si no queremos que las cosas comiencen a ponerse feas. En esos casos es común ver como algunos recurren a las mentiras, los insultos o las amenazas para salir del atolladero.


    ¿Por qué no utilizar el potencial de nuestro cerebro en lugar de alguna artimaña? ¿Es muy difícil llegar a conclusiones sensatas, morales y veraces cuando se está bajo presión? La respuesta es sí. Si es difícil, si no estamos acostumbrados a buscar la mejor solución; y para estar acostumbrados, debemos ejercitar nuestro pensamiento, entrenarlo para que actúe de forma correcta.


    Nos vendrá bien para lograrlo el echar mano a algunos principios éticos y de comportamiento que sean positivos. Responder por medio de tretas generalmente generará más y nuevos problemas. Responder y solucionar de forma apropiada los inconvenientes, puede zanjar una cuestión de una vez por todas. Esta es la línea de acción para la que debemos programar a nuestro cerebro. Es la forma correcta como debemos reaccionar ante las dificultades repentinas. No es siempre fácil, ya he dicho que requiere entrenamiento, pero el resultado será que tendremos un productivo pensamiento rápido.

miércoles, 6 de abril de 2011

Con el tiempo a cuestas

Por Gabriel Montiel – Venezuela

Yo amé
(es tiempo pasado)
Yo amo
(es tiempo presente)
Yo amaré
(es tiempo futuro)
Amar sin ser amado
(es tiempo perdido)

    Este juego de palabras me lo enseñó un joven amigo, me pareció gracioso en su momento y creo que sigue siéndolo aun. Sin embargo nos enseña una verdad acerca del concepto que tenemos del transcurrir del tiempo. El tiempo, puede ser algo que recordar o añorar, puede ser algo que aprovechar, disfrutar o sufrir; puede ser algo para planificar y, claro está, puede ser algo que perder.


    “Para todo hay un tiempo señalado” – escribió el sabio rey Salomón – “aun un tiempo para todo asunto bajo los cielos: tiempo de nacer y tiempo de morir; tiempo de plantar y tiempo de desarraigar lo que se haya plantado; tiempo de matar y tiempo de sanar; tiempo de derribar y tiempo de edificar; tiempo de llorar y tiempo de reír; tiempo de plañir y tiempo de dar saltos; tiempo de desechar piedras y tiempo de reunir piedras; tiempo de abrazar y tiempo de mantenerse alejado de los abrazos; tiempo de buscar y tiempo de dar por perdido; tiempo de guardar y tiempo de desechar; tiempo de rasgar y tiempo de unir cosiendo; tiempo de callar y tiempo de hablar; tiempo de amar y tiempo de odiar; tiempo para guerra y tiempo para paz” (Eclesiastés 3: 1-8)


    Muchas veces no vivimos según esta verdad, ¿recuerda usted en cuantas ocasiones ha dicho: - ¡no tengo tiempo!? Montañas de trabajo por terminar, unas veces trabajo propio que se ha acumulado, otras, trabajo ajeno que no nos corresponde hacer, pero que terminamos aceptando. Nuestra vida se reduce al transcurrir del tiempo. Añoramos el que ya pasó, deseamos tener más del habitual, pero en realidad perdemos el poco con el que contamos.


    ¿Puede hacerse algo al respecto? Sí, claro que se puede. Es cuestión de organizarse, de planificar actividades, de elaborar un programa (aunque sea solo mental) y decidirse a cumplir con él. Para todo hay un tiempo señalado, por ejemplo leí en cierta oportunidad: “hay que trabajar ocho horas y dormir ocho horas, pero no las mismas”, no indicaba el nombre del autor, pero sus palabras son ciertas.


    Determine que le roba el tiempo y establezca sus prioridades. Procure aprovechar al máximo las horas. No solo diga - no tengo tiempo -, pregúntese porque no lo tiene y modifique lo que esté en su poder modificar. Coloque en primer lugar las cosas más importantes y… no se olvide de su descanso. Esto le ayudará a no llevar el tiempo a cuestas.

lunes, 4 de abril de 2011

Tres frases que te ayudaran a vivir mejor

Por Gabriel Montiel - Venezuela



    Existen pensamientos muy útiles, que encierran profundas verdades que son merecedoras de consideración. Quizá no cambien al mundo, pero al menos, si los tenemos presentes pueden cambiarnos a nosotros para bien.
  
    De algunas de mis lecturas he extraído para usted tres citas que enseñan a vivir. Piense en cómo pueden ayudarle y compártalas con otros.

    “Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse”
François de la Rochefoucauld (1613-1680) Escritor francés.

    Cuan ciertas resultan ser estas palabras, no podemos saberlo todo, podemos intentarlo y estudiar y leer todo lo que se nos ocurra; pero aun así ignoraremos muchas cosas. Piense en esto cuando alguien cercano a usted cometa un error por no saber algo. No lo juzgue apresuradamente, usted mismo no lo conoce todo y es casi seguro que hay cosas que conoce mal.

    “¿Has contemplado a un hombre hábil en su trabajo? Delante de reyes es donde él se apostará; no se apostará delante de hombres comunes”
Proverbios 22:29 (Pasaje de la Biblia escrito por Salomón)


    Esta es mi favorita, enseña la importancia del esfuerzo en todo lo que hacemos. Lo valioso del trabajo bien hecho. ¿Ha contemplado a un hombre o mujer hábil en alguna labor, oficio o profesión? Si esta persona es reconocida por la excelencia de su obra, su fama le consignará trabajo de seguro, no sufrirá la pobreza del perezoso. Sin embargo este principio puede aplicarse a otras facetas de nuestra vida.

    "No anticipéis las tribulaciones ni temáis lo que seguramente no os puede suceder. Vivid siempre en un ambiente de optimismo"   

Benjamín Franklin (1706 - 1790) Estadista y científico estadounidense.

    Todos tenemos que enfrentarnos a muchos problemas durante nuestra vida. ¿Cuál debe ser nuestra actitud ante las dificultades? ¿Puede el optimismo ayudarnos siempre? Claramente no todos los problemas tendrán finales felices, pero el pesimismo puede agravarlos más y dejarnos una desalentadora sensación de derrota. A nadie le gusta eso. Sin duda preferimos encaminarnos por un sendero que nos conduzca a una mejor solución. Para ello una actitud positiva será de gran ayuda.


    Estas frases son solo una muestra de que todos tenemos la capacidad de pensar en nuestro bienestar y de aplicar fórmulas que nos permitan vivir mejor.

sábado, 2 de abril de 2011

Conozca al Marañón o Cajuil

Por Gabriel Montiel - Venezuela


    Muy interesante fue la conversación que tuve con un familiar el fin de semana. Me habló de una fruta muy versátil que goza de popularidad en mi pais. Se trata del Anacardium occidentale, Merey como se le conoce en Venezuela. Marañón es llamado en Colombia, Mexico, Perú, Cuba, Panama y Ecuador. Para los domenicanos es Cajuil.

    ¿Ha probado usted esta sabrosa fruta pulposa? ¿Ha probado usted sus ricas semillas tostadas? Crece en un árbol de unos diez metros de altura con un torcido y grueso tronco. El merey es utilizado para la elaboración de dulces, bebidas y bocadillos. Se utiliza como medicina por los mas avezados conocedores de las propiedades de la planta. A este respecto, recuerdo una oportunidad en que un conocido se quejaba de un dolor de garganta y le recomendaron el jugo de la pulpa pintona (el merey aun verde pero a punto de madurar) para curar su enfermedad. Al tiempo yo tambien lo probé para la misma afección y en verdad dio resultado.

    Es muy fácil conseguirlo, al menos si vives en Venezuela, pues muchas personas lo cultivan en los patios de sus hogares, y hasta se puede encontrar de forma silvestre en plazas y solares. Sus semillas son otra historia, pues estas se venden en puestos ambulantes a orillas de las carreteras y pequeñas bodegas de zonas rurales.

    Si visita alguna vez el oriente venezolano, no deje de probar esta popular fruta,le gustará conocer al marañón o cajuil